jueves, 16 de junio de 2011

Rojo semáforo n.1

Una de mis mejores tradiciones, hábitos, rituales, vicios, adicciones es el fumar cuando un día empieza, fumar recostada en la puerta de mi casa, en las escaleras que me esperan cada madrugada para llenarlas de cenizas. Contemplando un día que acaba de terminar, viendo entre toda esa refrescante obscuridad un semáforo en rojo que de él salen realidades serpenteantes que me enredan por completo, que se detienen a la altura de mi ojos y comienzan a bailar lentamente con vaivenes de cadera, de besos, de caricias, de miradas cálidas que pintan la noche de un rojo incienso ... ese aroma que nos acompaña las mañanas , ese aroma que nos da tranquilidad y seguridad, entre esas realidades se encuentra la más inverosímil. Es la más sinuosa, la más inquieta, la más rápida, aquella que cautiva con movimientos tan discretos como los pasos que das para acercar tu mano a mi espalda esa discreción llena de calma y cautela que me envuelve para meterme en tu cama, en tus sueños .... ésta noche refrescante que se inunda de aroma a tierra mojada me hace entender el gusto por la lluvia que tanto se presume, ahora solo faltas tú.


1 comentario:

asco dijo...

El olor de la tierra mojada no es nada en comparación con el olor de tu cuerpo humedecido. Las noches han adquirido un nuevo nivel estando contigo y ya nada se puede asemejar a sentir el calor de tu cuerpo cerca de mi.

No hay aroma que me de mayor tranquilidad que el que despides cuando estás conmigo... la lluvia y la noche pueden estar muy celosas de ti...