martes, 3 de abril de 2012

Distancia

Ni en el sillón, ni en la cama, ni en el escritorio, ni en la silla de mimbre hallé tranquilidad. Mis pensamientos necesitan escapar y como es costumbre en noches así salgo al patio trasero por un poco de aire fresco y luz nocturna sin embargo, se acerca el cielo nuevo y  la luna nueva...


Dentro de esta oscuridad  trato de encontrar un rastro de color verde, un rastro que me indique que bajo mis pies hay pasto, solo puedo ver manchas negras y cafes, me es imposible distinguir color alguno. Medito sobre mi estancia en el pueblo, sobre el motivo de estar a altas horas de la noche en el patio trasero de una casa vieja, sentada en cuclillas y completamente sola. Tan sola como el cielo negro ausente de estrellas que se encuentra justo arriba de mí.

Contemplo, me pregunto, dudo y cuestiono mi naturaleza. Pienso en la fuerza que me hizo llegar a la Ruta Karheiba y en lo compatible que es mi esencia en este lugar. Me pregunto si ¿mi naturaleza es estar sola en el pueblo de las farolas?. Realmente lo disfruto. La distancia me limita a recibir cartas con remitentes conocidos: mi padres, mi jefe y el banco, y éstas me obligan a ir de vez en cuando a la ciudad.

En el pueblo disfruto mucho mis paseos matutinos al mercado,  sentarme a platicar con Yuri, ir al bar y platicar con el cantinero,  de vez en cuando ir a la casa de las farolas verdes y platicar con algún trotamundos, intercambiar mis dibujos por dulces con el niño de la carreta y sonreír amablemente cuando me regalan lychees. Secretamente disfruto no tener ninguna amiga con la que platicar y no por despreciar.Ultimamente  no son de mucha ayuda, es como si un aire de tristeza, lamento y sufrimiento las envolviera, como si un terso velo de niebla las hubiera cegado y las estuviera consumiendo poco a poco me fui alejando ya que tal escenario estaba fuera de mis manos y acabó desesperandome. Solo conservo una buena amiga, me escribe cada dos semanas  y cuando sale de viaje, cada mes. Me presume las ciudades de todo el mundo para animarme a regresar a alguna de ellas, me anima a terminar mi autoexilio pero siempre le respondo lo mismo : 

"Sigue disfrutando de la ciudad y que tu último viaje sea el pueblo de las farolas"

Como dije antes, mi esencia es compatible con este lugar. Antes de venir aquí deje bien establecidos un par de límites uno de ellos son el nunca venir a buscarme. Solo mis seres queridos, los cuales son pocos, tienen lo necesario para poder enviarme cartas más no lo necesario para llegar el otro limite es el recibir una sola llamada cada mes, para no olvidar sus voces y ellos la mía. También dentro de mis limites está el ir de vez en cuando a la ciudad, para no olvidarme de sus rostros y ellos del mío. 

A veces pienso que tengo mejor relación con las personas cuando hay distancia de por medio. Me gusta trabajar a distancia, el banco me encuentra a distancia, los distribuidores de materiales no conocen la palabra distancia, el correo me facilita la comunicación a distancia. A distancia  me llevo mejor con mis padres, a distancia aconsejo a mis hermanas y solo mi verdadera amiga pudo aguantar la distancia. 

En mi naturaleza esta el tomar mi distancia para funcionar mejor. 


Lo único que me intriga y confunde son esas cartas que llegan dentro de una botella, cartas húmedas y con olor a mar, sin remitente alguno. Estoy segura que esas cartas no son enviadas a distancia, ya que si es así, por primera vez estaría peleada con ésta. Porque esas cartas húmedas son las que no me dejan dormir, no me dejan soñar libremente y me tienen sentada en cuclillas en medio de la noche preguntandome ¿que tan fuerte es mi naturaleza?.




domingo, 1 de abril de 2012

Un poco de tinta

Observando detenidamente me topé con una mancha de tinta que encontró su lugar en el pliegue izquierdo, esa mancha de tinta que se rehusó a ser escrita y dibujada en papel y mucho menos a ser borrada con agua o con una gota más grande y menos interesante, se rehusó a tener una forma determinada por algún artista sin inspiración, se rehusó a ser solo una mancha que ensucia el borrador de un escritor, se rehusó a ser el descuido de alguien más...
Justo en el pliegue izquierdo conservando su forma original encontró un autor y un narrador, encontró un par de ojos al cual mostrarse, ese par de ojos que se interesan en ella y la cuidan... 


Ese par de ojos que se olvidaron de ella hace un par de semanas y que ayer por la noche los sorprendió nuevamente. Y esa pequeña mancha negra tiene la fuerza de no dejar dormir a esos ojos que la vieron por primera vez.