lunes, 11 de julio de 2011

AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA...

Y nunca olvidaré las razones que me hacen salir corriendo del hogar dónde me crié.

Hace un par de años me encontraba en un parque sentada junto a una gran amiga que conocí a consecuencia del ambiente dramático que se vivía y sigue viviendo y vivirá en la casa donde me crié, apenas empezaba a llover y junto con la lluvia iba empezando nuestro llanto, tan gris como ese día y tan acertado como la lluvia.
Siendo mi amiga una persona muy racional y prudente y al no encontrar una respuesta lógica a todos estos problemas que al parecer no nacían en ninguna de las dos, me dijo con un tono soñador que nosotros escogemos el lugar donde nacemos, que nosotros de alguna manera consciente escogemos a las personas que se encargarán de nuestra educación, sin pensarlo dos veces solté una enorme carcajada, al ver ella que me burlaba del esfuerzo que hacía por consolar nuestra patética situación me gritó enojada y de nuevo con lágrimas en los ojos:

"Pues nosotras los escogimos, entre sus defectos están nuestras virtudes, no seas tonta... "

A la fecha se me hace una explicación terrible, pero no negaré que aún retumba ese grito desesperado, ese grito que en su momento pedía ayuda, ese grito lleno de miedo al sentir que lo asfixian y lo callan, ese grito lleno de colores que teme ser pintado de grises y negros...

Hace poco volvió a nacer un grito idéntico pero ahora no salió de su boca sino de la mía, me hubiera gustado que estuviese presente para que me devolviera mis doscientos pesos y así comprar una cajetilla de Marlboro rojos para fumarla juntas.
Sin embargo esa noche recibí más de lo que 15 cigarros me podrían dar, algo más de lo que un grito aterrador pudiera liberar y más de lo que en "mi familia" me puede dar.

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